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Si las ventajas de la biotecnología son innegables, cuando se ponen racionalmente sus resultados y beneficios al servicio del bienestar individual y general, no es menos cierto que también tienen, la ingeniería genética mas aún que otras biotécnicas, su cara preocupante y hasta rechazable, la amenaza de allanar la intimidad más profunda del ser humano, y de dañar sus derechos fundamentales, en definitiva su existencia, su dignidad y su libertad, por el presente o lastrando desfavorablemente a futuras generaciones. Las manipulaciones arbitrarias, son un ejemplo de lo que podrían ser sus graves consecuencias. De ahí que el uso de algunos conocimientos ligados a la biotecnología, generen la necesidad ineludible de dar respuesta a cuestiones y a problemas sobrecargados de interrogantes éticos, sociales y legales relacionados estrechamente con el ejercicio de aquellos derechos y libertades.
De un lado, en lo concerniente a las personas, a la humanidad que constituyen, y a la Tierra en que habita y le da la vida; por otro, al entender la ciencia y la tecnología como un patrimonio de la humanidad. Tales se establecen en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), en el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales (1950), en la Carta Social Europea (1961), en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), en la Convención de Asturias (Consejo de Europa, 1997) sobre Derechos humanos y Biomedicina, así como en otros Acuerdos, Convenciones y Pactos Internacionales. Así pues, el equilibrio preciso para armonizar dichos supuestos, obliga necesariamente a que no se lesionen los derechos fundamentales de las personas, ni se genere un bloqueo injustificado de la ciencia y la tecnología. Esas exigencias solo podrán hacerse realidad desde el cumplimiento efectivo de principios específicos y universales, de entre ellos:
- el respeto a la vida de las personas, a su seguridad y a su protección contra tratos inhumanos, crueles o degradantes, sean aquellos físicos, psíquicos o morales.
- la autodeterminación, y la responsabilidad de las personas para decidir, con los únicos límites al ejercicio de la libertad a que la Declaración de Derechos Humanos (artículo 29) y la Constitución (artículo 53 y otros) hacen referenci
- la no discriminación a ningún efecto social, médico, laboral, contractual etc.
- el consentimiento informado y previo a cada actuación, sin ccionante o inducción alguna, con especial atención a los derechos de los incapaces jurídicos (menores, etc.)
- el derecho a la intimidad, y en especial sobre los datos genéticos individuales, que implica tanto el derecho del afectado a saber como a "no saber".
- el respeto al patrimonio genético individual, que no puede ser manipulado ni modificado en perjuicio de las personas ni de su descendencia, ni para seleccionar a los individuos o las razas
- el rechazo de la biotecnología con fines abusivos, exterminadores, bélicos etc.
Los avances de la biotecnología, y en especial de la biología molecular, han aportado una enorme y nueva dimensión en el estudio de los seres vivos, con repercusiones que de un modo u otro afectan a esferas sociales de muy variado matiz y a las que la ni la ciencia ni la tecnología pueden sustraerse.
El caso es que la Biotecnología se viene desarrollando y consolidando con gran rapidez, y nacen numerosas empresas con grandes inversiones económicas y considerable incremento de la investigación. Asistimos a una auténtica revolución biológica e industrial, en la que se utilizan frecuentemente recursos confluyentes (de empresas privadas, generalmente multinacionales, de Universidades o de los Estados), movilizadores de un complejísimo mundo tecnológico y un poderoso mercado en campos varios como la industria en general, medicina, la farmacia, la alimentación, el medio ambiente etc.. En consecuencia, la Biotecnología es un poder.
La ciencia y la técnica, se ha repetido hasta la saciedad, no son en sí mismas buenas ni malas; serán calificadas según cómo se usen, los fines que persigan y las consecuencias que puedan deparar. De modo que desde la Bioética se ha de tener la lucidez precisa para establecer con madurez cuanto sea posible, y ser capaz de orientar las actuaciones en un momento determinado sin resabios ni formulaciones interesadas; se deberá asimismo reflexionar profundamente sobre como repercuten las decisiones o sugerencias de unos sobre otros individuos, para lo cual resultará muy valioso introducir en la reflexión elementos pragmáticos; también se habrá de valorar, si pone objeciones a algún aspecto de la ciencia y las tecnologías, hasta qué punto son aquellas suficientes para negar a las personas que no las comparten, la posibilidad de utilizarlas; igualmente se estimulara al derecho a la prudencia y al necesario dinamismo y agilidad para dar su respuesta válida y puntual, sin ir a remolque y a distancia o alejarse de la realidad social
Recorrimos el trayecto evolutivo desde los ancestros (con la producción de lascas como primera cultura) hasta el apabullante universo científico y tecnológico que nos toca vivir -tan a menudo escenificado en el sensacionalismo, los fabulosos intereses comerciales, el fanatismo, el egoísmo y la ignorancia-, con sus sombras y luces -poder y sumisión, progreso y miseria-, para ser la inmensa mayoría víctimas sin hogar, salud, escuela, ocupación ni paz, y confortados e insensibles verdugos el resto.
Estamos a tiempo y disponemos de capacidades y medios de cambiar el rumbo y dirigirnos por otro verdaderamente humano y solidario. Porque junto a las lacras señaladas hemos acopiado, muy recientemente y tras reivindicaciones y luchas sociales perseverantes, instrumentos de convivencia y valores -desgraciadamente no siempre atendidos- que deben ser el caldo de cultivo en que enmarcar la convivencia pacífica, y en ella la ciencia y la tecnología, evitando su conversión en nuevos becerros de oro y dioses arbitrarios. En la dignidad y los derechos humanos de ella emanados, la democracia, la Bioética y en el caso preciso las normas legales justas, deben situarse los conocimientos para ponerlos al servicio del hombre y la humanidad, y no al revés.