En un país en el que se habla profusamente del color de la corbata de los candidatos a la presidencia, y si a éstos les tembló el belfo o se les desvió el enfoque de uno de los ojos durante algunos milisegundos, como si fuera algo esencial, en un país así no nos debería de sorprender que las empresas de alimentación gasten más en ocurrencias de mercadotecnia que en verdadera investigación que mejore la calidad y las propiedades de los alimentos.
El mejor timo es aquel que engarza con algún resorte profundo del timado o incluso de la sociedad en la que se produce: respecto a lo primero tenemos la siempre presente preocupación por la salud y respecto a lo segundo qué mejor que prostituir el prestigio social que, merecidamente, la ciencia ha conseguido.
Bifidus, activaciones inmunitarias, antagonistas del colesterol, vitaminas de toda clase, calcio que viene de la vaca y no del calcio en sí mismo, minerales en general, antioxidaciones diversas, resveratroles, isoflavonas, bactericidas, reguladores del tránsito intestinal, anticancerígenos, prevenciones de toda laya, disminuidores de la tensión arterial, alargadores de la vida, esteroles, prebióticos, lecitinas, retardadores de la degeneración cognitiva, potenciadores de la memoria y la atención…¡qué castigo para aquellos que nos molestan las tomaduras de pelo! Por cierto, se nos olvidaban los activadores del implante capilar, que Berlusconi y Bono nos perdonen.
Afortunadamente las instituciones europeas han tomado cartas en el asunto y la llamada European Food Safety Authority ha empezado a exigir la demostración científica de todas las propiedades especiales que se publicitan. El resultado era de esperar: sólo el 20 % de las funcionalidades alimentarias prometidas eran reales.
Te enlazamos todo un buen artículo dedicado al tema. Consejo sobre todo dirigido a nuestro alumnado: no os dejéis tomar el pelo. Si os dejáis no sólo perdéis vosotros sino que todo el clima social y cultural se banaliza y deteriora. ¡Es un alto precio!
Las grandes mentiras en el etiquetado de los alimentos funcionales
Por cierto, la referencia comentada nos ha llegado a través de nuestro colaborador, David Vera. ¡Gracias David!