Christopeher Moore.jpgLa sangre nos ayuda a pensar porque modula activamente la manera en que nuestras neuronas procesan la información, asegura un equipo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en Estados Unidos, en un artículo que ha publicado la revista especializada Journal of Neurophysiology.

La sangre alimenta al cerebro, al igual que al resto del organismo, con los nutrientes y el oxígeno necesario para proporcionar energía a las células. Por esa razón, los problemas y crisis cardiovasculares pueden tener un impacto profundo en el cerebro. Las embolias, por ejemplo, en las que un coágulo bloquea el flujo de sangre hacia el cerebro, dejan con frecuencia a los que las padecen incapacitados o muertos.

Pero la relación entre sangre y cerebro va mucho más allá, asegura Christopher Moore (en la fotografía), investigador principal en el Instituto McGovern para la Investigación del Cerebro en el MIT, en un comunicado. Según Moore, diversas evidencias sugieren que la sangre tiene una función en el cerebro más compleja que la de servir sólo como suministro porque podría modular la forma en que las neuronas transmiten sus señales, lo que cambiaría nuestra manera de pensar acerca del funcionamiento del cerebro.

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