Jue 3 Abr 2008
Jaime tiene 12 años y cursa primero de la ESO. Al preguntarle por Plutón, reconoce el nombre, pero es tajante en su sentencia: “Ya no se estudia”. Y alega: “No es un planeta”. Su padre, con la natural perplejidad de quien se formó en la extinta EGB, replica: “¿Entonces qué es?”. “Un planeta enano”, aclara Jaime. “¿Qué es eso de planeta enano? O es un planeta, o no es un planeta”, razona su padre.
Jaime está en lo cierto, pero el lío de su padre es comprensible. No es el único enredado en esta aparente contradicción; en el último número de la revista Science, Mark Sykes, director del Instituto de Ciencias Planetarias de Tucson (EEUU), escribe: “La Unión Astronómica Internacional (UAI) define los planetas enanos… pero explícitamente dice que no son planetas, lo que confunde a muchos”.
Víctima inocente
La de Sykes es una de las principales voces que se alzaron cuando, en agosto de 2006, la asamblea general de la UAI aprobó una definición de planeta que expulsaba del selecto club al más lejano, pequeño y helado de los nueve que hasta entonces integraban el Sistema Solar. Plutón no era, en realidad, el objetivo de la votación, pero fue la víctima inocente de un enmarañado cónclave que, tratando de arrojar algo de luz sobre los revueltos cajones taxonómicos de la astronomía, no hizo sino intrincarlos aún más.
La historia tiene su origen en el verano de 2005, cuando el astrónomo del Instituto Tecnológico de California Michael Brown presentó en sociedad a 2003 UB313, un mundo gélido que gira alrededor del Sol a mayor distancia que Plutón y cuyo tamaño es un 10% mayor que éste. El nuevo cuerpo, llamado informalmente Xena y finalmente bautizado Eris, fue saludado en los medios de comunicación como “el décimo planeta del Sistema Solar”.
El acontecimiento obligó a la UAI a dejar de ignorar por más tiempo una definición oficial de planeta. Plutón se había admitido como tal porque, de hecho, había surgido de la búsqueda de un planeta. En 1930, año de su descubrimiento, el número de cuerpos conocidos era mucho menor que ahora, y en un primer momento parecía que Plutón zanjaba las anomalías orbitales observadas en el Sistema Solar, cerrando el elenco planetario. Pero el avance de las ciencias espaciales ha revelado la presencia de otros centenares de objetos bajo la influencia gravitatoria del Sol. Muchos de ellos pertenecen al cinturón de Kuiper, una faja de asteroides situada más allá de Neptuno. De hecho, el propio Plutón pertenece a esta franja, lo mismo que el nuevo Eris. La órbita de Plutón, inclinada respecto al plano de las demás y que en un tramo de su trayectoria invade la ruta de Neptuno, situaba también al noveno planeta en el mismo cajón que Eris. La conclusión para la UAI era obvia: o todos, o ninguno.
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