El panorama sobre la evolución humana, y por tanto nuestro linaje, se ha complicado un poco más todavía después de la gran sorpresa del hobbit Homo Floriensis. Svante Pääbo (en la fotografía) y su grupo de investigación ha publicado un artículo en Nature (el resumen en el siguiente enlace) informando que han encontrado rastros en el ADN mitocondrial, obtenido a partir de restos oseos encontrados en Siberia, de una migración africana no contemplada hasta ahora y que habría podido originar o incluso posteriormente se habría hibridado con las ramas conocidas del Neandertal y el Sapiens. Estamos hablando de hace sólo 30.000 o 40.000 años. No se atreven a catalogarla como una nueva especie pero parece que el asunto de nuestro origen se complica. ¡Qué bien, sorpresas a la vista!
De paso este vídeo nos sirve para dejar un reto a nuestro alumnado de 3º de ESO. La cocción de un huevo, ¿es un proceso físico o químico? ¡A investigar!
Nuestro compañero y amigo Beni nos hace llegar esta maravilla en la que las formas matemáticas puras engendran a entes reales presentes en la Naturaleza. Además la factura del vídeo es hermosa e impecable. No os lo perdáis.
Produce unas estructuras muy curiosas de aspecto orgánico que parecen retorcerse como lo haría cualquier ser vivo. Algo muy importante: el reactivo es muy tóxico y nos contentamos con ver el vídeo ya que la manipulación directa puede ser peligrosa. La fuente original dice que también sale con bicarbonato (no aclara si es sódico o no) aunque no lo hemos comprobado todavía.
¿Será posible regenerar alguna vez una especie ya extinta? ¿Sería deseable? Mientras meditamos sobre esta cuestión un grupo de científicos publica un artículo en la revista ‘Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences’ (artículo original en el enlace) donde informa de la recuperación de ADN de los huevos fosilizados de dos aves gigantes (en la fotografía): el moa y el ave elefante .
Esta viñeta que hemos encontrado en el blog el Tao de la Física expresa muy bien algo que no debemos dejar de tener claro. Ya los griegos distinguían entre opinión y conocimiento. Las opiniones pueden ser más o menos libres y pueden ser más o menos fundamentadas pero no así la Ciencia. El conocimiento científico se aplica a sí mismo un conjunto de rigurosas pautas de validación que son ineludibles. Podemos inventar ahora la disciplina que queramos y exigir ¡democráticamente! que se enseñe en la escuela para que nuestros niños y niñas ¡puedan decidir por sí mismos! Nosotros no podemos decidir, estamos obligados a ello, no transmitir el bagaje cultural que con tanto esfuerzo y lucha ha consolidado la cultura científica. Por favor, transmitamos conocimientos y discutamos las opiniones pero no los mezclemos. Enseñemos a nuestro alumnado a distinguirlos. ¡Es vital!
El italiano Mirko Faienza ha obtenido las imágenes del siguiente vídeo en el jardín de su padre, lo que demuestra que la belleza nos está esperando en el lugar más insospechado. ¡Disfrutad el vídeo!